La historia y el crecimiento poblacional de San Juan de Miraflores se ha venido desarrollando en el tiempo y de manera paulatina debido a la gran migración que hubo desde el interior del país. El sector de Ciudad de Dios comprende las Zonas de Pamplona Baja, El Arenal y San Juanito. Y, la zona de Pamplona Alta está comprendida por todos los sectores cuyos límites van desde la Av. Defensores de Lima hacia arriba, hacia los límites con los cerros colindantes que conforman las Pampas de San Juan.
Uno de estos cerros se llama el Cerro San Francisco. Por un lado tiene un sector de Pamplona Alta que se llama Fronteras Unidas, y, por el otro, está la Urbanización las Casuarinas. Casuarinas es un sector del cerro San Francisco como otros colindantes como Casuarinas Sur y Los Alamos. Es un mismo cerro, pero que tiene dos caras intrínsecamente opuestas al Este y Oeste.
Yo vivo desde mi infancia en Las Casuarinas y he podido palpar de cerca el desarrollo de ambos lados. Siempre he caminado mucho por el cerro, que cuando yo era pequeña era solo de arena. Me gustaba trepar y resbalarme como por un tobogán, volar la cometa en las partes altas donde corría mucho viento, y mirar desde arriba el mar a lo lejos. El recuerdo de libertad al estar en contacto con la naturaleza sin miedo y restricciones, lo tengo grabado en mi memoria sensorial.
Con el tiempo y mucho esfuerzo se sembraron árboles, se trazaron las pistas, se hicieron los tendidos para el agua, la electricidad y los demás servicios de comunicaciones. Encontrar agua en el subsuelo en la base del Cerro San Francisco, fue lo que permitió en primera instancia la construcción de pozos para llevar agua a las partes más altas del cerro y urbanizarlo. Esta fue la gran obra de Daniel y Gisela Carter. Él, ingeniero de origen Norte Americano, que venía de la ciudad de San Francisco, de California, que al encontrarse con un cerro en Lima que llevaba el nombre de su ciudad natal, fue impulsado a soñar con el desarrollo urbano de ese preciso lugar. Y ella, arquitecta de origen alemán, que lo apoyó en toda la empresa, plasmó la ondulante trayectoria de las calles y los terrenos resultantes en los planos, siempre respetuosa de la belleza natural de la geografía del lugar. El desarrollo de Casuarinas se llevó a cabo de manera lenta y ordenada en tres etapas distintas. La parte baja, la intermedia y ahora último, la parte alta, que fue delimitada hace dos años por un largo muro para evitar que las invasiones de Pamplona se ´´derramasen´´ sobre la propiedad.
A mí me atraía mucho siempre subir hasta la cumbre y mirar Lima desde arriba y también ver las pampas extensas, ondulantes al otro lado. El desarrollo urbano de los Pueblos Jóvenes al Este era poco perceptible a la distancia. Es solamente en los últimos años que la explosión demográfica ha dado un impulso muy grande tanto a la construcción de casas en la segunda y tercera etapa de las Casuarinas como al crecimiento de asentamientos humanos en Pamplona Alta. En Casuarinas el desarrollo continúa respondiendo al planeamiento ordenado y visionario que plantearon los Srs. Carter cerca de 60 años atrás con los correspondientes parámetros de construcción. En Pamplona Alta, por otro lado, la instalación del sinnúmero de viviendas es el resultado de invasiones y compra y venta de terrenos de manera irregular, muchas veces por intermediación de los temidos ´´traficantes de terrenos´´.
´´El etnógrafo «inscribe» discursos sociales, los pone por escrito, los redacta. Al hacerlo, se aparta del hecho pasajero que existe sólo en el momento en que se da y pasa a una relación de ese hecho que existe en sus inscripciones y que puede volver a ser consultada. (…) La función de la teoría (etnográfica) es suministrar un vocabulario en el cual pueda expresarse lo que la acción simbólica – ó conducta humana – tiene que decir sobre sí misma y por ende sobre su papel en la cultura (…) La meta es llegar a grandes conclusiones partiendo de hechos pequeños pero de contextura muy densa, prestar apoyo a enunciaciones generales sobre el papel de la cultura en la construcción de la vida colectiva relacionándolas exactamente con hechos específicos y complejos.´´1
Esta cita del texto de ´´Descripción Densa´´ de Clifford Geerz, y tantas otras ideas que recogí de esa y otras lecturas sobre el tema, fueron las que me impulsaron a mirar nuevamente y con un mayor detenimiento lo que tenía a mi alrededor, a observar el lugar en el que vivo con otra escala de medidas. Partiendo de este análisis, de este paseo ´´con ojos abiertos´´ en mi camino de ida y vuelta por ambos lados del Cerro San Francisco, han resultado estas fotografías que buscan poner en evidencia las diferentes capas de significación que en ellas se entretejen. La inevitable subjetividad con la que se elije, captura y plasma de manera plástica lo percibido, da como resultado un montaje de conceptos, de historia hecha imagen, que espero queden para ser analizadas e interpretadas más allá de mi propio tiempo y espacio.
Destaca el colorido muy particular de nuestra Lima, cuyo cielo a manera de «panza de burro», generalmente brumosa y gris a lo largo del año, transmite una poderosa nostalgia. También las variadas capas geológicas y tonalidades ocres, el cascajo y las rocas de los cerros que bajan desde la Cordillera y son parte de nuestro paisaje costero tan árido, se revelan como características del cerro San Francisco. Tenemos el Océano al frente del cerro, sobre el Oeste, pero en Lima el acceso al agua es difícil y por ello es escasa y cara. Hay mucha humedad, pero llueve poco y la tierra por ende es seca, polvorienta y dura.
Pero más allá de esa primera lectura formal, lo inquietante empieza a surgir cuando se detecta el contraste entre un lado del cerro y el otro: Casuarinas y Pamplona Alta, separadas por un muro de concreto y serpentina de púas. Este choque frontal entre construcción y terreno, propiedad e invasión, riqueza y pobreza, y la manera en la que nos protegemos del miedo del otro, de lo desconocido ó aquello que preferimos no ver – cercando, estructurando y amurallando, es la lectura a la que invitan estas imágenes. Es un contraste abismal que existe por un lado del cerro y por el otro. Refleja en escala y llevado al extremo las dos caras de la moneda de toda nuestra sociedad limeña.
«Descartes contemplaba la visión como una extensión del tacto (…) y comparaba la mirada con el bastón que utiliza el ciego para caminar a tientas en el espacio real». 2
Es una forma muy eficaz de describir cómo es que por medio de nuestra visión vemos más allá de lo material que nos rodea y podemos acceder a aquellos sentimientos y pensamientos inasibles de nuestro ser. Hay sensaciones para las que no se encuentran palabras, recuerdos que no se entiende enteramente de qué rincón de nuestra psique provienen o cómo se materializan en nuestra mente.
Sin embargo, la memoria es la esencia de la historia y por ende no hay manera de escindir la subjetividad de los recuerdos, de la «objetividad» de los hechos.
Didi-Huberman en su texto ´´Cómo abrir los ojos´´, cita a Foucault para reafirmar que la historia no es un acto neutral: la aprehendemos a partir de las experiencias personales que nos definen dentro de nuestro ámbito socio-temporal. Nuestra propia historia sirve siempre de filtro para cernir lo que heredamos. Todo lo que capturamos y proyectamos luego sobre nuestra historia son construcciones idealizadas. Somos solo un conducto de recuerdos en la máquina del tiempo, que es la vida. El pasado exacto no existe. Depende de la memoria individual y colectiva y de un montaje de esta recopilación de recuerdos que no son precisamente históricos, ni particularmente cronológicos. Son el resultado de una ´´decantación´´ del pasado por medio de nuestra memoria. ´´Allí donde se detiene el dominio de lo verificable estamos ante un tiempo que no es el tiempo de las fechas. Pero ese tiempo que no es exactamente el pasado tiene un nombre: es la memoria. Es ella la que humaniza y configura el tiempo, entrelaza sus fibras, consagrándole una impureza esencial´´. 3
Las imágenes que capturamos con la cámara atravesarán el tiempo de manera totalmente anacrónica, entretejiendo emociones y hechos concretos. Quedarán como huella de las experiencias que nos forjaron. Pero a su vez, tendrán la capacidad de evocar en el otro, en nuestros interlocutores, en los que se interesan en mirar y desenmarañar las claves superpuestas en la densidad de la urdimbre de las imágenes, reminiscencias relativas a la nebulosa de su propia memoria.
“Ante una imagen tenemos humildemente que reconocer lo siguiente: que probablemente ella nos sobrevivirá, que ante ella somos el elemento frágil, el elemento de paso, y que ante nosotros ella es el elemento del futuro, el elemento de la duración. La imagen a menudo tiene más de memoria y más de porvenir que el ser que la mira”. 4
1 Clifford Geerz, ´´Etnografía – Descripción densa´´
2 WJT Mitchell, ´´Mostrando el ver´´
3 y 4 Didi-Huberman, ´´Ante la imagen: Ante el tiempo´´